Ayer fui Orlando, hoy soy gay.
- Ramon Masip Garcia
- 29 jun 2016
- 1 Min. de lectura
¿A quién coño le importa a quién se ame? Tenemos el legítimo derecho de ser libremente dignos de tomar el rumbo que sentimos, de sentir para quién así lo merezca en nuestras vidas. Las emociones no se eligen, se sienten. Somos humanos. Que más da a quién se ame si la pureza del amor es digna de expresión.
Reprimidos emocionales, muy posiblemente nunca llegareis a sentir semejante vibración en vuestra vida. Sentir es ser. Ser homo, ser hetero, ser bi, ser lo que te de la gana, y más que gana es sentir lo que se es. Porqué ser eso es ser como tu y como yo. Escoria de homófobos, sintiéndolo mucho, o no, sin sentirlo nada, nunca llegareis a sentir semejante placer de querer tanto a otro como ellos sienten. Como nosotros sentimos. Nunca seréis.
Con Orlando, con Arabia Saudí, Irán, Somalia y algunos más países donde se juzga el amor con la pena de muerte por lo directo o indirecto legal o lo criminal. Con pequeños comentarios que duelen en escuelas, entornos y más. ¿Civilización?. Buena o mala intención. No sé. Mala educación seguro. ¡Basta! Merecemos dignidad, no por identidad, sino por humanos libres que somos.
Nos ponemos de parte de todo acto criminal. De toda barbarie en contra la humanidad. Fuimos países que fueron atentados de esa. Protegemos las vidas pero no protegemos las emociones. Lo que sentimos. Pues entérate. Ayer fui Orlando y hoy soy gay.

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