La calma del andar.

En el agua del lago se refleja nítidamente la luna, que a su vez se peina para ponerse guapa, aunque bella ya sea; en donde la calma adentrada en el cuerpo y la sonrisa expresada entre el bello muestra a su vez, los dientes para morder cualquier otra tormenta que quiera volver a jugar una mala partida u otra desdicha, jodiendo más si quiera con otra tempestad disfrazada de ingenuidad.

Así que, en esta calma voy a mandar yo, alejando cualesquiera que quieran que Luna no se peine, que Estrella no se mire, que Paz no se adentre para permitir los, otra vez, primeros pasos de una vida que parecía volver a agonizarse en un sinfín, pero que en realidad sabia que Luna era creciente, ascendiendo entre las estrellas que posan para ella con luz abierta, iluminando su paso en el camino del buen ser y estar.

Que Luna no merece lucha entre la tenuidad, que Luna da luz en la oscuridad, y aunque esté nueva para que crezcamos haciendo nuestro camino, será creciente para ser llena, volviendo siempre a iluminarnos una y otra vez en nuestro lago, pudiéndose solo peinar en la quietud del mismo andar.

[En la vida nos encontramos personas que entran con tormentas y te joden un buen rato, pero la verdad es que nadie te jode aunque cueste verlo, solo te traen aprendizajes que uno debe ver, que no hay que vengar nada, que cada cuál con su tormenta allá donde va se la lleva, su tormenta no es tu tormenta. Así que anda, anda, anda, y no dejes de andar, que alejarse no es de cobardes, alejarse es cuidarse, y cuidarse es quererse, y al final tu y solo tu serás la persona más importante de tu vida, y solo des de tu propio yo tan bien cuidado, alejado de toda tempestad podrás dar aquello que no se ve, aquello que es esencial, en definitiva, aquello que es de verdad y dibuja sonrisas.]